Revolución sin manos
José Alberto Guerrero Baena
«Una prensa libre puede ser buena o mala,
pero sin libertad, la prensa nunca será otra cosa que mala»
Albert Camus
Y en efecto, lo odio, no por haber ejercido un derecho fundamental consagrado en nuestra carta magna que es la libertad de expresión y de poder tener el desparpajo de preguntar y acorralar al presidente en sus contínuas contradicciones.
Mi odio radica porque el puede ejercer el periodismo con la garantía que otros profesionales del ramo no lo pueden hacer, que es el cobijo de una empresa que avale su línea editorial, que no tenga la censura y autocensura amén a la vez pueda gozar las prestaciones y las remuneraciones dignas de un profesional del área. Pequeño detalle que hace la diferencia entre nuestros amigos y amigas que cubren todos los días en campo en todos los frentes de batalla en que egenera una nota. Por eso se le odia.
El periodismo es uno de los oficios más riesgosos en nuestro país, las desapariciones de profesionales del área son contínuas ante la incomodidad que puede haber en el hilo de las investigaciones, reportajes o comentarios que se suelen hacer dentro de los medios. Y los ataques a la libertad de trabajo, expresión o de conciencia son cuestionados en búsqueda de una alienación hacia el nuevo poder.
Amén de estos contínuos ataques, que son ya comunes o la censura por parte de los órganos de gobierno o empresas de comunicación, en esta sociedad posmoderna se tiene un enemigo que todos los días ofrece sus sermones mañaneros, que ataca, descalifica, censura, señala y posteriormente sus hordas electrónicas se encargan de acabar con la acción en las redes sociales o espacios cibernéticos.
A menos de que seas un periodista que se alinea y plega al poder tipo SanJuana Martínez, Jenaro Villamil. Álvaro Delgado o la tan consabida Carmen Aristegui, que se han plegado al poder absoluto del tirano y han vendido su conciencia por un puesto en la administración pública o un convenio oculto de publicidad, mientras los demás medios son reducidos al ostracismo y a la búsqueda día con día del sustento.
Esta división que diario se hace del periodismo «consciente» ( que hasta antes de esta nueva era, se victimizaba por haber sido censurado por el sistema político) y del reaccionario que es el que cuestiona diariamente las mentiras o los datos inexactos que los gobernantes dan, ha originado una nueva persecución por parte de los seguidores, feligreses o creyentes del gobierno a este segundo sector. Hoy los ataques como lo hemos resumido líneas arriba, vienen en forma de tendencias cibernéticas que estan siendo alentadas desde altas esferas gubernamentales y en cierto modo el periodismo no ha podido contener estos ataques.
Cuando la autoridad, cualquiera que fuere, exige la fuente de información, ya sea desde un púlpito o con un documento ( más no mandato judicial) es cuando vemos que esta profesión si exige mucha dedicación, riesgo y estoicismo, además de una protección por parte de las empresas a sus trabajadores para el libre ejercicio de su labor.
Esto deriva diversas reflexiones que tenemos que hacer respecto al ejercicio de la profesión ( aclaro, yo no soy periodista, sólo un simple opinador)
¿Que acciones han tomado las diferentes empresas de medios para proteger a sus empleados del posible acoso gubernamental o parroquial?
¿Hasta donde estan preparados los periodistas, comentaristas, analistas y lectores de noticias para resistir el embate de un público adoctrinado?
¿Hasta donde esta llegando la censura ( gubernamental o social) o en su defecto la autocensura ( en aras de defender o conservar un convenio de trabajo?
¿Hasta que punto de verdad existe la libertad de expresión en nuestro país?
¿Es verdad lo que dice el vocero presidencial, que los periodistas o los medios pueden ejercer libremente su profesión?
Es por ello que en efecto que odio a Jorge Ramos.
¿Porque?
Tan sencillo, cuenta con todas esas garantias, libertades, apoyos que mis amigos periodistas ( en su mayoría) no cuentan. También otra situación que debemos de señalar:
EL NO VIVE EN MÉXICO. En la comodidad de vivir en otro país, la crítica vendrá de la comodidad y seguridad de no saber que su vida o trabajo esta en riesgo. Los periodistas reporteros y columnistas mexicanos sí.
Tristemente.
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